sábado, 17 de noviembre de 2007

Del arte de jugar a no jugar y otros cuentos

Más de dos meses sin tipear por estos lares son un poco mucho como para intentar resumir a éste Belgrano, querido lector. Sobre todo cuando uno lo quiere tanto.

¿Qué quiere que le cuente? ¿Que Belgrano ayer perdió su cuarto partido consecutivo y que me tuve que comer en pleno Alberdi los insultos a jóvenes jugadores del riñón celeste -por ejemplo, un chico que está desde los sies años en Belgrano y jugaba su primer partido como titular-? ¿Que Franciso Ferraro presentó su renuncia indeclinable a la dirección técnica del equipo tras la peor derrota en competiciones AFA de nuestra amada divisa? ¿Que perdimos el clásico ante Talleres en un partido bastante raro y feo? ¿Que hace 4 semanas estábamos a un punto del líder, ascendiendo directo, y todos hablaban de un Belgrano candidato?

No, mire. No vamos a ir a los extremos. Quiero ahondar sobre el título de la entrada, porque creo lo importante son los conceptos: "El arte de jugar a no jugar", ¿me explico, querido lector? Vamos, que la mayor diferencia entre el Belgrano de la Fecha 7 a la 11 y el de la 12 a la 15 son los puntos obtenidos. Porque este Belgrano pecó, querido lector. Este Belgrano se creyó que así era suficiente, este Belgrano cayó en la trampa del resultadismo y lo terminó pagando demasiado caro. ¿Cómo ganó Belgrano sus últimos encuentros (CAI, Tiro Federal, Almagro); o como empató en canchas de Ferro y Platense? Así como le digo, jugando a no jugar y tratando de hacer que el rival juegue más mal de lo que lo hacía el propio Belgrano. "No jugamos bien, pero se ganó que es lo importante", "Creo que estamos ahí arriba por algo", "Jugamos contra un rival muy duro que no nos dejó jugar, por eso no salió un buen espectácuulo", "Me voy conforme por el resultado".
La solidez que parecía haber, esa que se vendía en el discurso post-partido y durante la semana, fue una especie de castillo de naipes que se derrumbó ante las primeras adversidades.
El bajón marcado de los mejores jugadores terminó detonando en derrotas indiscutbiles, humillantes, duras.

Un círculo vicioso, que le llaman. Un juego de los más peligrosos. Y así está el fútbol hoy. La línea de 4 del fondo se arma con cuatro centrales, el doble cinco se desvirtuó y se entendió para mal, los famosos carrileros mas que éso son corredores, y al más mejor lo dejemos allá arriba, "tiraselálargaqueunavaainventar". La gran puta madre que lo parió.

Y está todo así. Y no es que no vale ganar así, no confundamos. Arsenal juega así, y está en la final de la Sudamericana. Todo es posible en los terrenos de la redonda. Pero subir a un pedestal a alguien solo por el resultado es peligrosísimo. Es central: preguntesé, querido lector, ¿para qué paga una entrada, para qué es socio del club? Si la respuesta es para verlo ganar, ya estamos complicados. Vamos a jugar al fútbol un poco, Belgrano. ¿O no le parece, querido lector, que el equipo que se anima a hacer algo un poquito diferente al resto se destaca? Y si no ganamos, ¿cuál es el problema? Son 20 equipos en la categoría, mire como será de perverso todo que solo el que sale primero es reconocido.

Vamos al frente, Belgrano, pelota al piso. Que tener huevos es pedir la pelota, querido lector, tener huevos también es la gambeta, es ir para adelante. Tener huevos no es tirarla a la tribuna o pegar patadas arteras, o correr sin sentido hasta quedarse sin pulmones, ¿¡cuándo fue que nos hicieron creer ésto, y quiénes nos lo hicieron creer, la reputísima madre!? Que los otros se tiren al piso, si nosotros somos mejores jugando al fútbol, ¿o no nos pagan para eso? ¿Cuál es el miedo? Imbéciles hubo siempre, lo peligroso es que les demos el poder de hacernos creer lo que ellos quieran.

AGUANTE BELGRANO

Flaco

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