viernes, 30 de noviembre de 2007

Belgrano 2 - San Martín (Tuc.) 3

El pasado martes 27 por la noche Belgrano volvió a caer y sumó así su sexta derrota consecutiva, la peor racha negativa de su historia. Unas quince mil almas piratas se dieron cita en el Estadio Córdoba, pese a distintos factores de la realidad que parecería que hacen lo imposible por alejar a la gente de las canchas.


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El trámite del partido fue dominado casi en su totalidad por el conjunto tucumano, que mostró argumentos sólidos para justificar porqué es hoy el único líder del torneo. Belgrano sólo lo puso en serios aprietos durante los últimos diez minutos del juego, cuando parecía que de puro guapo lo ganaba.

Las primeras acciones hicieron presagiar lo peor: Belgrano directamente parecía un sparring de su rival, la veía pasar. Insólito. Para acentuar la malaria y la ira de la gente, Pietravallo comete un penal inexplicable que Ibáñez cambia por gol. Belgrano sintió el golpe y no pudo llegar al arco rival sino hasta los cuarenta y cuatro de ése primer tiempo. Casado puso el 1-1 con un tiro libre magistralmente ejecutado, y logró apagar los reclamos de la gente de cara al entretiempo.

Ya en la segunda parte, San Martín siguió buscando los tres puntos con los mismos argumentos: pelota al piso, toque, ciculación, movilidad, orden. Si de algo careció el Santo tucumano, es de un tipo que plasmara en la red todo lo bueno que su equipo hacía en cuanto a volumen de juego. Pero Diego Novaretti (en un nivel inesperadamente bajo, como contagiado del equipo) simplificó las cosas: ingenuo penal a Romano que Ibáñez nuevamente ejecuta bien y cambia por gol.

El clima no era el óptimo, los minutos pasaban, y Belgrano sin ideas. Hasta que un bochazo largo de Casado para Suárez sorprendió a la zaga contraria. Suárez, lanzado en velocidad, primero controló de cabeza y luego definió con maestría, de derecha, para sellar el 2-2 y echar por tierra todas las tonterías que de él se dijeron -que calaron hondo en su ánimo- en alocado festejo.
Y San Martín en parte sintió el golpe. Claro, había hecho todo el gasto, había sido superior, pero Belgrano en dos grandes acciones aisladas lo había empatado dos veces por no saberlo liquidar. Y se notó que éste juego es un estado de ánimo: faltando diez minutos Belgrano fue a buscar la heroica, de guapo. Un centro de Arriola fue despejado sobre la línea por los zagueros tucumanos, y Caffa le tapó a Casado un remate de zurda muy claro que pedía red.
Cuando pocos lo esperaban, Ibáñez -además de los tres goles dejó en ridículo a la zaga celeste durante toda la noche- escapó por izquierda, Cáceres lo dejó escapar, y el Ratón en magistral definición por sobre el cuerpo de Olave detonó el festejo de los visitantes. 2-3. La tuvo Arriola para el empate en el descuento, la tapó Caffa.

Fue justo. Belgrano volvió a jugar mal, todo le costó demasiado, y encima sigue cometiendo horrores que paga con goles en contra, nadie lo perdona. Es que todo se hace cuesta arriba en la mala...

Flaco

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